Morandé 80

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AQUELLA MAÑANA EN LA MONEDA
Por Jorge Escalante Hidalgo

El martes 11 de septiembre de 1973, el Presidente Salvador Allende llegó a La Moneda minutos después de las 07.00 de la mañana. Está alertado de los movimientos de tropa durante la noche del día anterior en Santiago. Desde la madrugada de ese día martes, la Armada controla las calles de Valparaíso.

El Presidente ingresa al Palacio acompañado de algunos integrantes de su Grupo de Amigos Personales, GAP. A esa hora ya porta un casco protector y su fusil AK-47. 

El casco pertenece a su edecán naval, comandante Arturo Araya Peeters. El comandante Araya lo lleva ese día 29 de junio de 1973, para protegerse del alzamiento de los tanques del Ejército que esa mañana intentan derrocar al gobierno de la Unidad Popular, pero lo cede al Presidente.

Allende convoca a sus ministros para que arriben de urgencia al Palacio. Otros llegan temprano por propia voluntad. Un cuantioso grupo de sus GAP se encuentra junto a él, armamento al hombro.

Diecisiete integrantes de la Policía de Investigaciones de la “Sección Presidencia de la República”, escoltas del Presidente con su jefe Juan Seoane, permanecen junto al Jefe de Estado.

En La Moneda se empiezan a vivir horas dramáticas. Allende recibe últimas informaciones. Fuerzas militares comienzan a avanzar por el sur y el norte para rodear la sede de gobierno, con la intención de presionar la rendición del Presidente.

Cerca de las 09.00 de la mañana, la secretaria privada de Allende, Miria Contreras Bell, nombrada cariñosamente La Payita, sale de su residencia en el Cañaveral, en la precordillera de Santiago. La acompaña su hijo Enrique Ropert y el jefe del GAP, Domingo Blanco, de nombre político Bruno. Algunos GAP van junto a ella en otro vehículo. Intentan ingresar a La Moneda por la puerta de calle Morandé 80 que permanece cerrada. Son detenidos por Carabineros en la puerta de ingreso y conducidos a la Intendencia de Santiago, inmediatamente enfrente. 

Miria Contreras logra salir de ese lugar mediante un ardid y alcanza a ingresar al Palacio. Domingo Blanco y su hijo Enrique no lo logran. Desde entonces, Blanco está desaparecido. Ropert es ejecutado días después y su cuerpo aparece en la ribera del río Mapocho.

Edecanes exigen rendición

A las 08.30, los tres edecanes del Presidente, teniente coronel de Ejército, Sergio Badiola, capitán de fragata de la Armada, Jorge Grez, y el comandante de Grupo de la Fuerza Aérea, Roberto Sánchez, ingresan a La Moneda enviados por sus respectivos comandantes en jefe. Su misión es exigir al Presidente la renuncia al cargo. Sin condiciones. Le expresan que un avión de la Fuerza Aérea está a su disposición, para él, su familia y algunas de sus autoridades. Que abandone el país y busque asilo en otro lugar. La condición es que solo sea en un país del continente americano.

El Presidente, que lleva su fusil AK al hombro, escucha a los edecanes y les responde que no se rendirá:

“Quiero ser muy claro, yo no me voy a rendir. Sí podría dialogar con los tres comandantes en jefe si se dan algunas condiciones. Espero que ustedes lo informen de esta manera cuando salgan de este lugar. De aquí no me sacan vivo. Con este fusil me voy a defender hasta el final. Y el último tiro me lo voy a dar aquí, en la boca”.

(Según declaraciones de los referidos edecanes en el proceso rol: 1032-73 de la Primera Fiscalía Militar de Santiago, Fiscal Joaquín Erlbaum, iniciado el 12 de septiembre de 1973. En él declaran todos quienes salieron con vida de La Moneda y todos los oficiales militares que se tomaron el Palacio después del bombardeo).

Algunos GAP impiden el paso de los edecanes que avanzan para abandonar el Palacio. El Presidente les ordena a viva voz que los dejen salir. 

El general Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército, dirige el golpe refugiado en el regimiento de Telecomunicaciones, al oriente de Santiago.

Minutos después de la reunión con los edecanes, por orden de Pinochet, el almirante Patricio Carvajal llama desde el Ministerio de Defensa al Presidente Allende para insistir en su rendición. Allende lo vuelve a negar. Responde al almirante en duros términos: “Váyase a la mierda almirante”.

El último almuerzo

Ese día 11 de septiembre, el Presidente Salvador Allende tiene dispuesto informar al país a través de una cadena nacional, la convocatoria a un plebiscito que busca reformar la Constitución Política de 1925. Sometería al voto ciudadano sus “Bases para la Reforma de la Constitución Política del Estado”. 

Allende había acogido algunas propuestas de la opositora Democracia Cristiana, para reformar además algunas partes de su programa de gobierno. Con ello, busca ampliar la base social y política de apoyo al gobierno. Por otro lado, intenta evitar de esa manera un golpe de Estado que se vislumbra inminente.

Al mediodía del día anterior, lunes 10, Allende dispuso informar a los canales de televisión y radios para que entren en cadena el día 11. Anunciaría el plebiscito con el que sometería al voto ciudadano esas reformas constitucionales, documento que él y varios de sus colaboradores venían preparando desde inicios de 1972. 

“Con o sin acuerdo de la DC o los partidos de la coalición de Gobierno (UP), el Presidente Allende tenía resuelto que el camino a seguir por el país debía ser decisión de todos los ciudadanos”. Así lo recuerda su más cercano asesor, el español Joan Garcés, en su libro Allende y la experiencia chilena (Editorial Ariel, Barcelona, 1976).

“Lunes 10 de septiembre, una y media de la tarde. En el transcurso de la mañana me ha telefoneado Augusto Olivares. El Presidente quiere que vaya a almorzar a La Moneda. (…) En los postres, Allende explica el motivo que le llevó a reunirnos (junto a otros asesores y ministros)”. 

Garcés relata en su libro lo que dijo el Presidente:

“Me propongo dirigir al país un mensaje. Les he convocado para que viéramos la posibilidad de hacerlo esta noche. Ya está dispuesta la red oficial de radio y televisión. Es muy importante y hay que prepararlo bien. Por ello quizás sea más conveniente que hable mañana a mediodía. En cualquier caso, quiero hacerlo antes que se reúna el Consejo Nacional de la Democracia Cristiana, mañana por la tarde. Los demócratacristianos deben conocer mis planteamientos antes de que empiecen la sesión”.

A las 10.30 de esa mañana del día 11, Allende convoca a todos quienes a esa hora lo acompañan en La Moneda, a una reunión urgente en el salón Toesca.

Les dice que su decisión está tomada bajo sus valores de vida: “Mi decisión es combatir hasta el final junto a los compañeros del GAP”. (Mismo proceso, según coinciden funcionarios de Investigaciones sobrevivientes).

Minutos más tarde, integrantes del GAP instalan una ametralladora punto 30 en uno de los balcones del segundo piso hacia la Plaza de la Constitución. Responden el fuego de los efectivos militares que comienzan a atacar el Palacio.

Serán bombardeados en 10 minutos

Pasadas las 10.30, el director de la Escuela de Carabineros, coronel José Sánchez, llama a La Moneda al mayor Claudio Venegas, jefe de la guardia de Palacio. Le ordena retirar a toda su gente del Palacio: Carabineros está junto a las Fuerzas Armadas, le informa. Le instruye sacar todo el armamento institucional de la guardia. Lo que no fuese posible, destruirlo.

Las manos del Presidente permanecen ennegrecidas por restos de pólvora debido a los disparos de su fusil contra las fuerzas alzadas.

Allende intenta llamar por teléfono a su esposa, Hortensia Bussi, a la residencia de Tomas Moro. Se da cuenta que la línea está intervenida y conecta directamente con el Estado Mayor General del Ejército en el edificio del Ministerio de Defensa.

En los edificios cercanos, desde los pisos de altura y las terrazas, funcionarios leales disparan a los militares que intentan derrocar al gobierno.

A las 11.00 horas, el almirante Patricio Carvajal se comunica a La Moneda con José Tohá, quien había sido ministro de Interior y Defensa. Le informa que La Moneda será bombardeada en los próximos diez minutos por aviones Hawker Hunter de la Fuerza Aérea. Luego será tomada por fuerzas militares que se encuentran rodeando el Palacio. El almirante recuerda a Tohá que Allende ya le había respondido con una serie de “garabatos” cuando él lo llamó para insistirle en su rendición.

Tohá informa al Presidente que el Palacio será bombardeado en los próximos minutos.

Ante la amenaza, en la sede de Gobierno aumenta la tensión. Allende convence a sus hijas Beatriz e Isabel que abandonen La Moneda, junto a funcionarias que ese día llegaron temprano a sus tareas. No logra convencer a su secretaria Miria Contreras, que decide seguir a su lado. Las cerca de setenta personas que a esa hora acompañan al Presidente, buscan frenéticamente lugares seguros para refugiarse del bombardeo.

Las bombas de los aviones causan profundos daños y provocan el inicio de varios incendios.

Terminado el ataque aéreo, el periodista Augusto Olivares, asesor del Presidente, se dispara en la cabeza con su arma y se quita la vida.

Minuto de silencio por El Perro

Allende se da cuenta de que todo está perdido. Ordena a todos quienes quedan junto a él, armar una fila para rendirse. Que bajen las escaleras para salir de La Moneda por la puerta de Morandé 80. Que él será el último en bajar.

Se comienza a armar la fila. Rostros impregnados del sentimiento de derrota. Hay lágrimas en algunos. El Presidente pide a La Payita que encabece la fila. Le buscan un trozo de madera y un delantal blanco para que lo levante al salir. Es la rendición irrevocable. Son los sueños destrozados, envueltos en las llamas del Palacio que los cobijó.

Antes de que se inicie el descenso, Allende hace un gesto pleno de emoción. Se quita el casco de su edecán naval asesinado el 26 de julio último, y pide un minuto de silencio en homenaje a su asesor Augusto Olivares: el querido Perro.

A pesar de la angustia y el golpe brutal sin retorno que recibieron en las últimas horas, todos miran al Presidente y guardan silencio. Unos bajan la cabeza. Otros miran al cielo entre las llamas.

Como en un último viento de esperanza, Allende grita:

¡Y dónde está la gente…dónde está la gente…dónde está la gente…!

Pero la gente no está…las brigadas no están…los cordones industriales no están…los comandos comunales no están…nadie está…sólo están quienes siguen a su lado con La Moneda derrumbada y en llamas.

Se produce un silencio amargo. Se ha iniciado el descenso por las escaleras. Afuera, el destino acecha a cada uno. Los lobos están sueltos y hambrientos.

Allende se ha escurrido al Salón Independencia. Los últimos de la fila escuchan el grito…el alarido…

“Allende no se rinde mierda…” 

(Mismo proceso, Fernando Pino Abarca, funcionario Policía Investigaciones).

Uno…dos disparos en ráfaga. El médico Patricio Guijón y el detective Pedro Valverde corren hacia el salón. La puerta está entreabierta. El Presidente yace sentado en un sillón. Su cabeza inclinada…destrozada…el fusil AK todavía entre sus manos.

Declaración de Sergio Osvaldo Badiola Broberg (testigo)

Última resistencia armada

A las 14.00 los militares toman el Palacio de Gobierno, al mando del general de Ejército, Javier Palacios:

“Ingresé al Palacio por la puerta de Morandé 80, con parte de las fuerzas a mi mando (…) Observé que por una de las escalas bajaba numeroso personal civil, entre GAP, médicos y personal de Investigaciones, que daban cumplimiento a la orden de rendición. Otro grupo numeroso continuó resistiendo nuestra acción, disparando en contra nuestra desde diferentes dependencias del segundo piso de La Moneda. Dispuse una operación de limpieza, dependencia por dependencia, siendo abatidos varios de los resistentes, retirados por ambulancias del Servicio Nacional de Salud”.

(Declaraciones en el proceso del general Javier Palacios).

Afuera, militares maltratan a los rendidos. Que se tiendan en la vereda. Un tanque avanza para destrozarlos. Se detiene a corta distancia. Todo terminó. Ahora comienza lo que se tornará en recuerdo…en memoria eterna.

Fuente: Proceso rol: 1032-73 de la Primera Fiscalía Militar de Santiago, Fiscal Joaquín Erlbaum, iniciado el 12 de septiembre de 1973.   

Ceremonia conmemorativa a 50 años del golpe de Estado

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A partir del 9 de septiembre de 2023, frente a la puerta de Morandé 80 de La Moneda se encuentra un monolito en memoria de las 38 personas que fueron detenidas desaparecidas o ejecutadas políticas el 11 de septiembre de 1973. Sus nombres permanecen suscritos en el pavimento como reconocimiento de su valentía y de su resistencia durante el bombardeo al Palacio de Gobierno.

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